El valor de los pequeños placeres


Ya os he hablado alguna vez de Amelie, mi película preferida.

Pues bien, Amelie es la personificación de los pequeños placeres, esos que nadie confiesa, esos en los que nadie repara, pero en los que todos caemos. ¿Quién no disfruta con la sensación de meterse en una cama recién hecha? ¿Quién no se siente bien con ropa interior nueva? ¿Quién no es feliz cuando en la radio sin esperarlo suena tu canción favorita? ¿Quién no disfruta poniendo la última pieza del puzzle? ¿Quién no se alegra cuando en un cambio nos dan por error unas monedas de más? ¿Quién no se divierte derribando botellas de cristal con piedras? ¿Quién no se siente el mejor cantante del mundo cuando sabe que nadie le escucha? ¿Quién está de mal humor cuando el médico te permite saltarte la dieta y comerte alguna golosina? ¿Quién se enfada cuando a media noche una llamada de la persona que más quieres te despierta para decirte algo bonito? ¿Quién se enfada si el jefe no viene a trabajar? ¿Quién no se distrae con una revista de cotilleos en la consulta de un médico? ¿Quién no se relaja en su rincón favorito sabiendo que nadie sabe donde está? ¿Quién no se para ante el escaparate de eso que tanto deseas y que no sabes si tendrás pero que con solo verlo ya te contentas?… Por estos y otros placeres todos tenemos nuestra parte Amelie (Leído en El Desván de Aarom)

Abrir un libro y olerlo, quitarse los tacones, dormir en sábanas recién lavadas… Todos son pequeños placeres. El psicólogo especialista en risoterapia, José Elías, ha explicado en el programa de la Cadena Ser “Hoy por Hoy” cómo es necesario detenerse, preguntarse a uno mismo qué es lo que de verdad se desea hacer y escuchar atentamente. La respuesta se convierte en una orden a acatar si lo que el objetivo es convertirse en un hedonista de lo cotidiano.

Alfonso, de Bilbao, disfruta con el último resquicio del bocadillo. «Me parece un bocado exquisito», ha dicho en antena. Pero la frustración por perderlo es inversamente proporcional al placer que le reporta. «Cuando se te cae, te entra un mal rollo en el cuerpo…», ha reconocido. La sensación con la que más disfruta Roberto es esa que lo asalta al abrir un ojo en plena madrugada y ver que aún le quedan un par de horas por dormir. María José, de Madrid, disfruta con las cosquillas de un bastoncillo en el oído. Son placeres muy simples y accesibles, sólo hace falta conocerlos.

Son pequeños placeres. Crean una sensación agradable al satisfacer algo, físico, emocional o intelectual» ha explicado el experto en risoterapia José Elías. «Es muy humano intentar buscar esas sensaciones que son placenteras», ha añadido. A veces hay que buscarlas porque se olvidan, otras veces porque ni siquiera existe tiempo a lo largo del día para detenerse y pararse a pensar qué es realmente lo que nos proporcionaría un momento placentero. «Solemos darnos cuenta de lo que nos gusta cuando lo perdemos» ha señalado Elías, que propone anticiparse y cuestionarse para encontrar esas satisfacciones en miniatura.

Mari Carmen, de Leganés, ha sabido escucharse. «La risa de mi nieta, es oírla y se te quitan todas las penas», ha comentado en antena. Otros correos electrónicos apuntaban placeres a costa de los demás o de lo demás. «Ver cómo tu pareja se levanta muy temprano mientras tú te quedas en la cama» o «conseguir rascarse ese punto inalcanzable de la espalda con el quicio de la puerta». Personas o cosas al servicio de nuestro placer.

A través del correo electrónico, Delia, ha puesto de manifiesto que los placeres también tienen género porque lo que más satisfacción le proporciona es llegar a casa y quitarse el sujetador. Eso se debe a las sensaciones, según José Elías. «A las mujeres, quizá lo que más les apriete durante el día es el sujetador, por eso es una liberación desprenderse de él». También incluye un aspecto social. Antes las bebidas alcohólicas se relacionaban con el placer masculino, cuando sería igualmente femenino.

El conductor de Hoy por Hoy, Pedro Blanco, ha tenido que corregir a una oyente. Josefina, de Mérida, ha señalado el momento de meterse en la cama tras una jornada de trabajo como el más placentero del día. «Pero eso es un gran, gran placer», le ha replicado Blanco, con el parabién de la oyente.

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2 respuestas a El valor de los pequeños placeres

  1. Deprisa dijo:

    Es una película encantadora. No había ubicado exactamente de donde porcedía ese encanto, pero sí, porque no, debe de ser porque encarno los pequeños placeres, la sencillez de la felicidad 🙂

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  2. zerosk8 dijo:

    «Hijo mio, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…» – Grocuho Marx

    jajaja

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