Vivir mejor


En un nuevo programa de Redes de TVE emitido el 23 de Junio de 2006, se habla sobre las características de la sociedad actual que influyen en nuestra insatisfacción y nos producen problemas de autoestima y de ansiedad.

Eduard Punset entrevista al filósofo y escritor Alain de Botton, quien trabaja en lo que él mismo denomina “la filosofía del día a día”. Ha publicado numerosos libros acerca del amor, la posición social o la ansiedad.

Eduard Punset:
Tras pasar tantos años hablando con científicos, es maravilloso conocer a un autor que dice, literalmente, que un libro debería ayudarnos a vivir, porque a veces los científicos se olvidan de para qué están ahí, y no piensan suficiente en la gente de la calle.

Alain de Botton:
Sí. Creo que en nuestra cultura, por lo general, se ha establecido una división entre lo práctico y lo teórico. Y a menudo parece como si la parte más seria y prestigiosa de la vida fuera lo teórico, mientras que lo práctico se denigra y se considera inferior. Esto puede verse en la literatura y en la ciencia: si escribes un libro diciendo que te gustaría cambiar la vida de la gente, lo que dirán es: «¡este tipo está loco! Quizá es un gurú del pop de Estados Unidos, y nos explicará cómo ser felices todo el tiempo». Hay mucha desconfianza en torno a la gente que quiere cambiar las cosas.

Eduard Punset:
Hablemos seriamente de algo tan práctico y cotidiano como la ansiedad, por ejemplo. Analicemos las causas, ¿de acuerdo? La primera que mencionas, en tus libros, tras ponerlas todas juntas, es la falta de amor; y afirmas que la gente, en este mundo jerárquico, lo que espera es el reconocimiento, el amor…

Alain de Botton:
Sí. Creo que somos una cultura que habla del amor todo el rato: el amor en las canciones de pop, etcétera. Pero nuestra noción del amor se centra siempre en el amor romántico, sexual: en una relación. Y me parece que nuestra necesidad de amor va mucho más allá: infecta y afecta todo tipo de ámbitos de nuestra vida. La gran tragedia vital es que nacemos de unos padres que normalmente piensan que somos increíblemente especiales. Así que pasamos los primeros ocho, diez, quince, veinte años en un contexto en el que nuestros padres creen que somos absolutamente fantásticos, no debemos conseguir nada, etcétera.

Pero de repente, por desgracia, el resto del mundo no es como nuestra madre o nuestro padre, ¡no creen que seamos fantásticos simplemente por existir! Así que, en cierto modo, nuestro ego queda tremendamente herido, y esto hace que mucha, mucha gente intente compensar esta disminución de amor a través de los logros.

Eduard Punset:
¡Eso es!

Alain de Botton:
George Orwell dijo una vez: «pasados los 20, a nadie le importa si eres simpático o no». La idea es que no importa si eres majo, lo que importa es lo que haces… cuando dos personas se conocen por primera vez, hoy en día, suelen preguntar: «¿a qué te dedicas?» y, si la respuesta es digna de admiración, entonces dicen: «¿por qué no quedamos? ¡aquí tienes mi tarjeta!», pero si la respuesta no es tan impresionante, entonces uno de ellos se gira y se va.

De modo que lo que haces, lo que consigues en el mundo material, se convierte en el factor decisivo que determina la atención y el respeto que obtendrás. Mucha gente dice que vivimos en una época muy materialista, que todo el mundo quiere dinero, etcétera. Aunque eso es verdad hasta cierto punto, yo creo que la mayoría de la gente sigue queriendo respeto y amor por encima del dinero. Pero resulta que vivimos en una sociedad que ofrece amor a la gente en relación con los logros materiales.

Eduard Punset:
Con el estatus, realmente…

Alain de Botton:
Sí, con el estatus.

Eduard Punset:
Y el impacto de un bajo estatus puede ser enorme. Hay algunos científicos en Gran Bretaña que empiezan a sugerir que el lugar que uno ocupa en la jerarquía es el mejor indicador de su salud. Si eres «el último mono», estarás enfermo constantemente.

Alain de Botton:
¡Es verdad! Porque, en cierta medida, todo el mundo ignora al último mono… Literalmente… William James dijo en algún lugar que no hay peor tragedia para un ser humano que ser ignorado, y que literalmente te vuelves loco si nadie te presta atención. Esto es lo que le pasa a la gente con un estatus muy, muy bajo, nadie toma en serio sus necesidades, sus ideas, sus pensamientos… ¡a nadie le importa!

Y en este mundo, tradicionalmente, la religión es la que se ocupa de eso, ¿sabes? Dios se ocupa del que es un don nadie en el mundo de las personas… Dios le protege. Pero en un mundo más secular, esta explicación ya no es tan atrayente, ni tan útil.

Eduard Punset:
Y por la misma razón, los beneficios de tener un alto estatus no son solamente la riqueza y el dinero.

Alain de Botton:
No: es una especie de amor. La gente te sonríe… le importa lo que haces, recibes cestas de fruta y flores… todas estas cosas. Así que es una especie de amor, un símbolo de amor… y sí: te hace más feliz y, quizá, mejora tu salud.

Eduard Punset:
Así que la felicidad, o la ausencia de ansiedad, como decimos, es una ecuación en la que, en la parte inferior, están todas nuestras pretensiones, ¿no? Y en la superior nuestro éxito. ¿Recomendarías pues que fuéramos, quizá, menos pretenciosos? ¿O qué harías con esta contradicción entre el éxito y las pretensiones?

Alain de Botton:
Creo que debemos darnos cuenta de que nuestra percepción del éxito está muy vinculada con lo que consideramos normal. ¡Es así materialmente! Por ejemplo, mucha gente cree, hoy en día, que para tener una buena vida hay que tener un televisor de pantalla plana, en lugar de un televisor aparatoso de los antiguos.

Eduard Punset:
Cierto.

Alain de Botton:
Hace cinco años, nadie pensaba que tener un televisor voluminoso fuera un problema. Pero hoy lo es, se ha convertido en un problema. Y ésta es la función del capitalismo moderno: crearnos complejos, ansiedades que antes no existían. Eso está bien si eres un fabricante de televisores, pero para el resto de nosotros, el problema es que tenemos un nivel de vida extremadamente alto, si lo comparamos con la mayoría de períodos históricos en todo el mundo moderno, ¡la riqueza es extraordinaria! Sin embargo, ¡la gente no se siente rica! Y no se siente rica porque no dice: «¿cuánto tenía mi tatarabuela?» sino «¿cuánto tiene ahora ese chico que fue conmigo al colegio?»

Eduard Punset:
Eso es

Alain de Botton:
De modo que estamos muy, muy insatisfechos, a pesar de que, según cualquier registro histórico, tenemos una suerte bárbara. Esto es algo que los economistas a veces pasan por alto. No soy el primero que lo digo, pero el sentimiento de ser rico es relativo. No existe una persona rica per se. Sólo existe la riqueza en relación con los logros de los demás.

Eduard Punset:
La última causa que mencionas en tus escritos sobre la ansiedad es la dependencia. Esa dependencia que mencionabas antes… Cuando tienes 10 años todo el mundo te dice: «¡qué simpático! ¡qué encantador!», pero luego hay que empezar a depender del talento, de la suerte, en la sociedad… y ésta es de nuevo una fuente de ansiedad.

Alain de Botton:
¡Exacto! Porque, en realidad, fuera de tu círculo de amigos y personas queridas, a nadie le interesa lo que querías hacer, o lo que tal vez hagas algún día… a la gente sólo le interesa lo que has conseguido realmente. Y los logros reales son muy susceptibles a los caprichos de la suerte, y a los de la inspiración. Entre los científicos o artistas, antaño existía la idea de una musa, una mujer que llegaba para inspirar al poeta o al científico, y le ayudaba a realizar un descubrimiento o a escribir un buen poema. Hoy en día, esta idea de una musa nos resulta muy extraña. Estamos convencidos de que, si uno tiene talento, no necesita inspiración; sólo hay que ponerse a hacer lo que toca.

Eduard Punset:
Simplemente trabajar.

Alain de Botton:
Pero, por supuesto, todos sabemos que dependemos mucho de las circunstancias externas y también de las internas. ¡Sabemos que no podemos rendir al máximo cada día! Y sin embargo el mercado, la economía, muy a menudo depende de que produzcamos al máximo todo el tiempo.

Eduard Punset:
Pasemos ahora a las posibles soluciones, o a… ¿cómo lo llamas? Sí, las soluciones a esta ansiedad. Y una cosa que me parece fascinante es la primera que mencionas, y es que deberíamos aprender (corrígeme si me equivoco) a aceptar que hay gente que no tiene nada que ver con los valores establecidos, pero de quienes podemos aprender, aunque sean, qué sé yo, cantantes de pop o filósofos…

Alain de Botton:
Sí. Vivimos en una sociedad democrática, y eso significa que tendimos a asumir que la mayoría siempre tiene razón. Y en muchos casos la mayoría siempre tiene razón, pero no en todos los casos. Creo que es muy importante recordar los ámbitos en los que el sistema de valores dominante no siempre es correcto porque, literalmente, ¡te puedes volver loco si sientes que los demás, la mayoría, siempre tienen que tener razón!

Y también creo que vivir bien y conseguir grandes logros a menudo depende de mantener una cierta distancia respecto a las visiones de la mayoría. No hablo del típico recelo adolescente de los demás, sino de un escepticismo saludable respecto a las opiniones del resto de la gente.

Eduard Punset:
Y, en este sentido, la bohemia… los artistas… o los filósofos… que son atípicos, que no comulgan con los valores establecidos… tú dices: «¡miradlos!»

Alain de Botton:
¡Sí! Es decir, en la gran época de la Bohemia, probablemente en el s. XIX, existía la idea de que el artista estaba en contacto con una verdad importante. Y quizá el artista no obtenía reconocimiento. Artistas como Van Gogh, o Baudelaire… que fueron personajes clásicos de la bohemia… hoy en día creemos que son geniales, pero en su época no se consideraban muy importantes. Y creo que esta gente nos ofrece una lección bastante importante: la verdad no siempre se reconoce de inmediato. Si quieres hacer algo importante o que constituye un reto, tal vez no logres un estatus elevado inmediatamente; se trata de una lección que es importante aprender.

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Una respuesta a Vivir mejor

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