¿Cuándo acudir al psicólogo?


Segunda parte de una contribución en el portal Monografía de José Luis Trechera Herreros, Profesor de Psicología del Trabajo en ETEA (Córdoba). Autor del libro: «Agujeros negros de la mente: Claves de salud psíquica». Editorial Desclée de Brouwer.

La salud mental es la adaptación de los seres humanos al mundo y al otro con el máximo de eficacia y de felicidad. No solamente el rendimiento, o nada más que una cierta satisfacción, o la virtud de someterse de buen gradoa las reglas del juego, sino todo esto a la vez. Es la aptitud de mantener un humor igual, una inteligencia alerta, un comportamiento que consigue cierta consideración social, una disposición de carácter favorable (K. Menninger).

Todos somos fincas manifiestamente mejorables, siempre podemos profundizar, mejorar y descubrir algo nuevo. Muchos, con tiempo y dinero, no paran de intentarlo. Así, conocemos casos que parecen estar abonados al Colegio de Psicólogos ya que pasan periódicamente por diversos terapeutas, buscando la «pócima mágica» para resolver su existencia. Otras muchas personas puede que lo necesiten y no se lo plantean. De ahí que surja la pregunta, ¿cuándo sería conveniente acudir a un profesional de la Psicología?

Dejando a un lado los casos de pérdida de control de la realidad y en los que hay que actuar más directamente desde fuera, resaltaríamos como criterio básico para plantearse una atención psicológica la experiencia de malestar subjetivo. Tenemos que ser partidarios de la felicidad, sin embargo, cuando nos inunda la impotencia, la desgana, el desánimo, la desidia, o su contrapeso, un hiperactivismo desmesurado, y todo ello va acompañado de desaciertos o fallos en nuestras relaciones sociales, puede ser una llamada de atención para plantearnos una confrontación psicológica.

Otra pregunta clave es ¿a qué profesional acudir? He aquí algunas falacias que nos pueden aportar algo de luz:

La terapia tiene que englobar un número determinado de sesiones o un tiempo largo.

La primera entrevista debe servir para crear un marco terapéutico adecuado a cada individuo. Cada situación personal es distinta y no es el sujeto el que se tiene que adaptar al enfoque teórico del terapeuta sino éste a cada paciente. A veces, unos pocos encuentros pueden ser suficientes. Sería cuestionable el criterio de establecer las mismas fórmulas para todos o caer en los análisis interminables. Por ejemplo, ¿acudiríamos a un sastre que confeccionara el mismo traje a todos sus clientes?

No puedo tomar ninguna decisión sin confrontarla antes con mi terapeuta

Un buen profesional es aquel que intenta crear cuanto antes un contexto de autonomía y no fomenta la dependencia. El objetivo es que el sujeto vuele con sus propias alas lo antes posible. De ahí que haya que tener cuidado con todo tipo de muletas (fármacos, seguimientos terapéuticos, grupos «sectarios», etc.)que mantienen la situación de dependencia. A su vez, el sufrimiento psicológico puede tender a crear un estado de «protección o victimización» del sujeto que lo padece. Freud hablaba del beneficio secundario de la enfermedad. Romper ese círculo vicioso es uno de los pasos previos e imprescindible para que se empiecen a afrontar los problemas.

Gracias a tal profesional, me he ‘curado’

No debemos olvidar que el centro de la terapia es la persona que pide asesoramiento. Las sesiones no deben ser la proyección del narcisismo o engreimiento del terapeuta. El psicólogo no es un gurú o guía espiritual que tiene la verdad absoluta y «salva» a los que a él acuden, sino el que ayuda para que los sujetos confronten y puedan ser conscientes de su realidad. Así como el que posibilita el desarrollo de habilidades para que los pacientes puedan por ellos mismos situarse de manera distinta.

Es necesario escarbar en mi pasado para conocer mejor mi presente

No todo el mundo necesita remover el pasado. El objetivo no es hurgar en las heridas sino construir. Las sesiones no deben servir para satisfacer los «deseos detectivescos» del terapeuta. Lo fundamental es ofrecer pistas para interpelar o cuestionar al sujeto y desarrollar recursos para afrontar determinadas situaciones o contextos.

Si no pagas tal cantidad, no lo valoras

Todo profesional tiene derecho a vivir dignamente, pero no es razonable cargar sobre lo económico el peso del efecto terapéutico. Es curioso que algunos terapeutas insistan en la necesidad de respetar un precio mínimo en las sesiones y no se cuestionan plantear un tope máximo. Parte de la mala imagen pública sobre el quehacer psicoterapéutico viene de la experiencia vivida por algunos que tras largos tratamientos sicológicos, el único beneficio lo recibía el psicólogo en su cuenta corriente.

Tenemos derecho a ser protagonistas de nuestras propias vidas. Es verdad que nos encontramos con un libro en el que las primeras páginas han sido escritas por otros, pero he ahí nuestra responsabilidad para continuar y elaborar el guión que queramos. A lo largo de ese camino podemos tener situaciones en las que amigos o profesionales de la salud nos puedan asesorar. Sin embargo, la construcción del relato ha de tener nuestro sello personal y por mucho riesgo que plantee, es una responsabilidad que nos pertenece y no debemos descargar en los demás.

Frente a un contexto social que a veces presenta un horizonte que tiende a crear «zonas de no retorno» similar a la de los «agujeros negros», es necesario afrontar la vida con esperanza. De ahí que la Psicología tiene que posibilitar alternativas que ayuden a «aclarar» e «iluminar» las zonas oscuras. No hay tarea más ardua pero más gratificante que responsabilizarse de la existencia y convertirse en el protagonista principal de la propia vida.

Somos conscientes de que vivimos en «tierras de penumbra» y que estamos en tiempos de cierta desazón y de búsqueda de seguridades fáciles y cómodas. Sin embargo, nunca como hoy la vida hay que ir a buscarla. Cada día nos abre a múltiples experiencias que pueden ser posibilidades enriquecedoras de encuentro personal y de maduración.

Cada mañana hay que comenzar a caminar de nuevo, aprender a respirar y asumir el riesgo de vivir en sociedad. Concluimos haciendo nuestra una frase atribuida a Lutero: «Incluso aunque supiera que el mundo se iba a acabar, al día siguiente plantaría un árbol».

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3 respuestas a ¿Cuándo acudir al psicólogo?

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    Soy Psicologo siempre estoy indagando las paginas de la web para intentar rescatar algo nuevo que me sirva como instrumento para poder ayudar mas eficientemente a mis pacientes. Me gustarìa recibir permanentemente nuevos criterior sobre tratamientos a pacientes con depresiòn, conducta, agresividad.
    Gracias
    Eduardo

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  3. angeles dijo:

    es muy importante son un gran escritor de monografo

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